sábado, 21 de diciembre de 2013

Volando.

Merece ser explicada la aventura vivida. Hay momentos donde la realidad supera la ficción; suele escucharse, pero es que hoy se ha vivenciado así.

Saliendo del hotel a tiempo, nos encontramos con una ciudad saturada; los toctuseros no queriendo trabajar porque ya han hecho el día, la rua arrolladora, los coches/taxis/motos/carritos sin movimiento (no había espacio para éste), es viernes hora punta apretando el fin de semana y, nosotras, sin encontrar quién nos lleve al metro (medio que nos acompañaría al aeropuerto).

Visualizando tal envergadura,  cogemos un taxi en el que 30km se convierten en 1h y 30min. Ya llegamos tarde. Cogemos un millón de polucionado aire mientras, simplemente, no nos movemos. El taxista advierte nuestro miedo y hace lo que puede, que es nada. Sí, ya llegamos tarde.

Corremos entre espasmos hacía el ya venerado aeropuerto y no vemos nuestra compañía low cost international. Jaja... las pantallas no funcionan en éste abismal sitio! Cuando palidezco literalmente es al escuchar en un inglés clarísimo (no hay pie a la confusión) que no es nuestro aeropuerto y que éste está a una hora de allí (una hora y media antes de nuestro vuelo, con sus respectivas facturaciones, visados, controles y puertas de embarque).

Desechamos la esperanza o morimos en el intento? La segunda es la elegida, de perdidos al río que vamos. Entre sudores de largos pasillos y ataques de risa que evitan el llanto, se abre el cielo mientras nos colamos, utilizando el drama, por otra inmensa cola para coger otro taxi sin casi ya dinero en Batts.

El cielo abierto se presenta en forma de hombre, que se hace llamar buda. Al vernos y enterarse del fenómeno liado, abre el maletero, tira nuestras mochillas dentro y se desclaza sabiendo que va a haber guerra. Empieza su nuevo propósito, lograr nuestra llegada a tiempo récord. A cuatro luces, brazos por la ventana, bocinazos permanentes y, todo sea reconocido, 160km/h, vislumbramos las letras rojas en sólo 35min (todo mientras va riendo y chillando "you can, yeaaaa" y que su mujer le mataría al ver flashes en forma de multa llegando por correo).

Sencillamente aterrador, salvador, alucinante y para dividirse en cuatro.

Le abro la cartera y dejo caer todo y poco que tengo. No gana nada en el negocio y lo sabe, pero mientras nos empuja para que corramos, va diciendo que es necesario para la navidad.

Vuelve a empezar el maratón sin pensamiento y, ahora sí, sólo nos encontramos con puertas abiertas, gente que nos deja pasar, visados con vistas gordas, puertas cerradas que podemos saltar y 10 minutos máximos para ver, apoteósicamente, esto:

P.D. lo escribo en mi "querido" avión que huele a turbulencia.. no puedo ser desagradecida con la vida... hoy, éste, era mi lugar por necesidad... sinó, todo esto... qué ha sido? Noelia ahí vamos!

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