Quiza hoy es día de contar; después de estar viviendo.
Y es que siento este país particular, pasan las noches en paz.
Fortuitos encuentros.
Os pongo en situación; río Mecon y Don Det, Laos.
Amaca en cuerpo y tablet en mano. Sintonizados pájaros y una cascada traviesa corriendo en dirección contraria. Miro la cabaña donde duermo, madera y bambú. El mejor colchón que he tenído en espalda, de los buenos; el de casa reverencia éste.
Oscuro y sí, hay mosquitos.
La llaman la zona de las 40.000 islas, porque las tiene, subiendo y bajando mareas; a temporadas.
En una de ellas pues, aquí me hayo.
Amanezco cuando despierto pero (aunque nadie se lo crea), nunca es tarde. Aquí madrugo sin tener!
Un cafe con hielo, nata condensada y baguet de quesito, tomate, lechuga y pepino. Aún no me creo que tengan pan (demasiado tiempo sin él) ni tampoco haber saboreado tanto el insulto del queso como es el quesito para mi (aquí no se estila éste).
Me limito a pedalear entre plameras, dirección a una canoa. Te lleva a ver delfines en agua dulce y a bañarte en otra orilla; la de Camboya. En ella, entre muchos locales que celebran que es martes y te ofrecen sin cesar algo con alcohol que sabe a animal y pechuga de pollo que sale del río. Una no entiende porque todas las mujeres se bañan vetidas y ellos con bañador pero me alucina el momento. Niños a carcajadas y montada en proa haciendo equilibrios.
Quizá me queda la ducha y la cena. Mesas de madera artesanas, luces colgadas en sol y mil corales de techo. Tengo un dilema importante, arroz frito o pad tai? Me paso a la comida occidental? Un batido de frutas? Prochetas o sanwith?
A veces es muy duro mi día, ya veis.
viernes, 14 de febrero de 2014
A orillas del río
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