Sentada en el borde, entre asfalto humeante y césped con hormigas, miro. Otro paseo para un mismo río. La niña me pilla a lo lejos, le estoy haciendo una foto. Se acerca para pedirme un dólar pero le ofrezco mis manos. Un hombre me dice que le mire, respira concentrado y se alza en la barra; levitando sabe que está en forma.
El sol ya descansa y los camboyanos lo celebran; muchas máquinas de ejercicio, raquetas al aire, puntadas en pelota, equilibrios meditativos, acrobacias, niños nerviosos, avispados, sucios y arreglados.
Música de karaoke, la madre abre desconocida fruta y le da a la hija que la espera salivando. Parece escuchar mis letras y me tiende un trozo, me dice que la unte en sal picante. Recuerdo gracias en su idioma y se las doy; okón. Me sonríe, está ácida, sonrío.
Un perro descansa a mi lado; la misma mujer me pregunta si es mío, si estoy casada, si tengo niños. Nos falta idioma pero nos sobra cariño.
Me venden ambulante cerveza, zumos, refrescos, frutas y bocadillos.
Ayer estuve en una escuela preciosa que acabó siendo prisión. Ayer estuve en un campo de asesinatos. Acabando la guerra de Vietnam, un 17 abril empezó un movimiento radical comunista que rechazaba toda cultura, todo movimiento urbano pretendiendo así instaurar un sistema rural/campesino en todo el pais. 1 de cada 4 personas murieron, esto duró casi cuatro años. Vi un pasillo de fotos, todas las edades y sexos, caras sonrientes, neutras y atemoricadas; todos morirían.
Caminé por fosas que aún escupían ropa y restos por las lluvias, escuché supervivientes, composiciones de música en forma de súplica y aguanté la bola en la garganta, el abismo en el estómago, la lágrima del ojo.
Hablé de la mágia, del destino, de la contradición y abracé al desconocido, porque los dos sentíamos lo mismo.
Agradecí la puesta de sol, la brisa en mi cara, el cinductor del carro, el polvo del camino, la ducha purificante, la mejor cena de mi viaje y la azotea en amahaca.
Ya la miré a los ojos, la contaron con respeto.
Una pelota en los pies, un perdón preocupado, una sonrisa y un no pasa nada.
Agradecida de no ser transaprente aun sin contar con la pertenencia que recuerda lo que soy en los ojos de quien me reconoce.
domingo, 30 de marzo de 2014
En el parque.
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